miércoles, 9 de marzo de 2011

Desventuras en mediaguas


Esa madrugada del 27 de febrero de 2010 marcó un antes y un después para 296 familias sanantoninas que habitaban los 8 edificios ubicados en la parte alta de la ciudad. El megasismo no sólo les infundió miedo sino que les arrebató sus hogares
Estamos a una semana de cumplir un año de uno de los sismos más violentos que se hayan sufrido en nuestro país.
Gran parte de la zona central sufrió los embates del terremoto 8.8 grados Richter que tuvo su epicentro en el mar a unos 150 kilómetros al norte de Concepción. Fueron 2 minutos y 45 segundos que remecieron lo más profundo de los hogares de la provincia de San Antonio y que dejó una huella imborrable en su interior.
Con el paso del tiempo las personas se van sobreponiendo, se salió adelante, se ha reconstruido lo que más se ha podido y esta ciudad puerto volvió a retomar su actividad y la rutina diaria, claro que las cicatrices del sismo aún se mantienen.
Prueba de ello son los trabajos de reparación del puente Llo Lleo que se espera entregar pronto nuevamente al servicio de la comunidad. Además, basta darse una vuelta por Centenario y ver la iglesia de San Antonio que aún muestra su exterior resquebrajado y que nos recuerda día a día lo que es la fuerza de la naturaleza.
¿Pero qué sucedió con aquellas familias que habitaban el complejo de edificios de Villa de Mar?
Se trata de un grupo de 295 familias que aquella noche debieron desalojar sus hogares ante el colapso de las bases de muchos de los bloques. Ellos se un día para otro, volvieron a encender fuego, a vivir en campas y a las ollas comunes para su alimentación.
Fueron cuatro meses viviendo en esas condiciones y después tras largas negociaciones, protestas de por medio, un grupo de 67 decidió aceptar la opción de habitar mediaguas transitorias a la espera de una solución definitiva.
Tras la demolición de los 8 edificios, los vecinos contemplaron el origen de las “Aldeas de convivencia”, grupos de mediaguas establecidas en calle Salvador Allende, Nápoles, Manuel Montt y Cardenal Caro.
Modernos campamentos en el San Antonio del siglo XXI

Cambio de vida

Angélica Soto es dirigente del grupo establecido en la multicancha ubicada en Salvador Allende con Nápoles.
Hoy le cuesta recordar aquella madrugada fatídica en que la tierra se movió violentamente resquebrajando las bases del edificio donde estaba su departamento. Más que por el tiempo transcurrido es por las ganas de olvidar.
Nunca imagino vivir en mediaguas, con la precariedad de delgadas paredes y con el recuerdo de lo que fue su hogar.
Cuenta que esta situación es como haber retrocedido 10 años, un volver a empezar que no se tenía pronosticado y que no se lo desea a nadie.
“No tengo muchos recuerdos de esa noche, era tanto el griterío, el ruido de la quebrazón de cosas en el departamento, que pensaba que más de algún edificio se iba a caer. En nuestro block habitaban muchos niños, ellos lloraban y sufrían  crisis nerviosas por lo sucedido. Fue un momento muy difícil. Ver cómo quedaron los edificios fue tremendo”, señala.
“Salimos con lo puesto, todo oscuro, polvo por todas partes. La gente gritaba pidiendo ayuda, se hizo lo que se pudo. Afortunadamente no hubo muertos, pero los edificios no resistieron. Estuvimos cuatro meses en carpa. Al principio, en el sector de la cancha éramos más, después muchas familias se fueron a otros lugares. No se puede decir que están mejor, pues están hacinados, de allegados o pagando arriendos muy altos”.
Angélica desliza un comentario el que después de mucho andar llegó a la conclusión. “Con el tiempo uno analiza mejor las cosas y se da cuenta que en el fondo, el terremoto fue para mejor, porque de esa forma se pudo ver que los departamentos estaban mal construidos. Muchos ya tenían grietas y quizás en algún momento iban a colapsar. De esta forma fe duro, pero ahora se está obligado a reconstruir. El Serviu estaba al tanto de que presentaban problemas, nunca se hizo nada y el sismo dejó en evidencia todas las deficiencias. Quizás es un ejemplo para que no se repita, que cuando construyan se hagan las cosas como corresponde, pues en estos departamentos no van a vivir animales, sino familias”.
¿El terremoto le cambió la vida?
Sí, a mi me cambió la vida. De un día para otro me encuentro viviendo en una mediagua y sin mi departamento. A todos nosotros nos afectó enormemente. De partida, una está expuesta a un montón de situaciones que tienen que ver con la convivencia. La gente que te ve en mediagua piensa que somos pobres, que somos poco menos que delincuentes, pero eso no es así, somos personas de trabajo, de esfuerzo. Esto nos tocó vivir por la negligencia e irresponsabilidad de la constructora encargada de levantar los edificios.
¿De todos modos hubiera preferido evitar esta situación?
Por supuesto, teníamos nuestros departamentos, quizás hubieran quedado con fisuras, pero hubiésemos preferido arreglarlos y no vivir en estas condiciones poco humanas.
Quizás algunos piensen que estamos aquí pasándolo chancho, que no pagamos agua, luz y eso no es así. Todo eso se paga sólo no cancelamos arriendo, pero hay que tomar en cuenta las condiciones en las que estamos. Nos exponemos a que nos miren en menos por estar en estos campamentos. De otra forma, yo jamás en mi vida hubiera optado por vivir en una mediagua. Imagínate lo que es el invierno, salir de noche y con frío para ir al baño comunitario. En la época de colegio debimos turnarnos de una u otra forma para la ducha, pues todos tienen obligaciones temprano.
¿Qué han sabido de la reconstrucción?
Se nos dijo que ésta comenzaría la segunda semana de febrero, se iba a realizar el cierre de los perímetros, pero hasta ahora nada. Vamos a esperar los plazos pertinentes, pero si no se cumplen, obviamente que vamos a estar ahí para exigir que se cumpla con lo que se nos prometió. Si no hay solución, entonces tomaremos otras medidas.  La gente va a cumplir un año en esta situación. Cumplimos con todos los procesos. Teníamos nuestros departamentos con todas las de la ley.
¿Tiene esperanzas?
Mira, de verdad, no tengo mucha, porque los plazos no se van a cumplir. Creo que el próximo año todavía voy a estar en la mediagua El Serviu tiene la responsabilidad de construir si o sí, venga del gobierno que venga. Todo chileno tiene derecho a una vivienda digna, sólo queremos que se hagan como corresponde. Si dice que hay que poner fierros de 2 sean fierros de 2, no papel ni otra cosa.
¿Hubo ofrecimientos que no se concretaron?
Hay que separar las cosas, nunca pedimos ayuda económica, sólo que se nos diera un subsidio para arrendar en algún lugar. Hubo algunos ofrecimientos, pero no se concretó nada. Queremos más que nada que se agilicen los procesos para que tener una solución.

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