jueves, 3 de septiembre de 2009

Creer es cuestión de fe


La señora Anita Muñoz enciende una vela tras otra ante la animita de Ñatito. Así ha sido desde hace muchos años y su fiel “santito” no le ha fallado nunca.

Por eso religiosamente acude al sector de Sepultura y ofrece una ofrenda que le permite estar en contacto con el espíritu que le retribuye toda su fe concediéndole eso que con tanta esperanza le pide.

“La animita de Ñatito es muy milagrosa, hay que pedirle con fe y concederá lo que pide –cuenta Anita- Yo vengo siempre, al igual que muchos comerciantes de San Antonio, no ve que esta animita también es la animita de los comerciantes”.

Y así se puede ver en la serie de placas de mármol que los fieles seguidores han colocado en respuesta a los favores concedidos.

Un poco más allá en una pequeña placa se lee “Gracias mi señora por favores concedidos y cruzarte en mi camino cuando más te necesitaba. B.V.C.”. Esta es una de las muchas muestras de fe que se pueden apreciar en esta versión local de la “Difunta Correa”, donde miles de camioneros que llegan a San Antonio se detienen y dejan una botella con agua para recordar la historia de María Antonio Deslinda Correa quien murió de sed en el desierto no sin antes permitir amamantar a su hijo quien sobrevivió.

En Cartagena llama la atención de la animita de los hermanos Castro. Se trata de una gruta levantada por los socios del sindicato de buzos que recuerda la tragedia en que murieron los hermanos Miguel y Jaime Castro el 27 de noviembre de 1987.

Fernando Echeverría, quien los conoció de niños y participó en las labores de búsqueda contó que “Miguel era pescador, pero Jaime era zapatero y no sabía nadar. Esa vez acompañó a su hermano porque el trabajo no estaba bueno, pero como el mar estaba mal vino la tragedia”.

“Miguel llegó vivo a la playa, pero en el trayecto a San Antonio falleció. Nosotros hicimos esa construcción como una forma de recordarlos y tenerlos siempre presentes, de hecho les hacemos misas y nos acordamos de quienes fueron”, contó Fernando.


Religiosidad popular


Una de las manifestaciones de religiosidad popular que más llama la atención en Chile en el culto rendido a las "animitas". En él se expresa una estrecha relación afectiva con los difuntos. Se trata de una veneración a las personas que han fallecido trágicamente. En el lugar mismo de su deceso se construye una pequeña casita o templete que sustenta una cruz donde se inscribe el nombre de la persona y la fecha de su fallecimiento. Se adorna el sitio con flores y velas encendidas

Las animitas por lo general recuerdan el lugar donde murió alguien de una forma trágica, se cree que levantando estas casitas en esos lugares se tiene una especie de conexión con el alma que repentinamente dejó ese cuerpo.

Accidentes y asesinatos originan estas construcciones verdaderos refugios para las almas de aquellos que partieron antes de tiempo.

Allí familiares y amigos primero y luego la comunidad en general, acude con velas, flores y ofrendas para recordarlas y solicitarle favores como enfrentar difíciles momentos personales, económicos o de salud.


La iglesia


Para la Iglesia Católica la existencia de animitas no está en discusión. El sacerdote párroco de Santo Domingo, Ricardo Reyes sostiene que en nuestra cultura la religiosidad popular está profundamente arraigada, especialmente en la gente de escasos recursos, donde está la esencia del cristianismo.

“Desde hace mucho tiempo las personas ven que donde murió en forma trágica una persona, hay una especie de energía y por eso le prenden velas, como una forma de ayudar a esas almas a pasar por el purgatorio y de alguna forma ayudarnos mutuamente”, señaló.

El sacerdote explicó que “creo que las animitas deben respetarse porque es una creencia, la iglesia no va a oponerse a ello, pero también pienso que no deberían hacerse a un costado del camino. El problema es que en muchos de estos casos se ha creado una leyenda que la gente ha asimilado y acomodado a su gusto, desconociendo muchas veces quien fuera la persona por la que pusieron la animita”.

“Para mi este tema de las animitas no tiene explicación, es algo natural de la gente en nuestro país; además que siempre n esto hay algunas situaciones que no tienen explicación racional”, aseveró.

El párroco de Santo Domingo dijo que “este tipo de religiosidad se va a mantener con el tiempo, sobre todo en los sectores más populares. Siempre va a haber una población va a tener su animita, quizás no con velas y flores y la forma de casita, pero de alguna manera va a permanecer en el tiempo. Además en toda la historia de la humanidad se han dado casos como estos y de buscar apoyo espiritual a través de signos”.

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