martes, 13 de octubre de 2009

Yo participé en el plebiscito de 1988


La votación fue convocada por el gobierno militar para que la ciudadanía ratificara la continuación del mandato del general Augusto Pinochet por un período de ocho años más, de acuerdo con la Constitución de 1980. Sin embargo, la comunidad eligió la opción No como la ganadora


“La alegría ya viene… porque digan lo que digan yo soy libre de pensar, porque siento que es la hora de ganar la libertad... porque basta de miserias… Vamos a decir que NO…”

“Sí, sí por que yo creo en ti…. Sí, porque yo quiero vivir feliz… Sí, sí porque decimos que sí… Sí, sí por que yo creo en ti…”

Así decían dos jingles que fueron parte de las dos posturas que se enfrentaron aquel 5 de octubre de 1988 en el plebiscito, uno de los primeros pasos para recuperar la democracia en el Chile de finales de los 80.

Juzgue Ud. qué canción pegó más…

Fundamental en el paso a la democracia, la votación realizada ese día cambió Chile. Unos a favor del No y otros del Sí, cada uno vivió de manera especial el plebiscito de ese 5 de octubre de 1988 y que mañana ya cumple 21 años.

Los recuerdos de aquellos que hoy tienen más de 40 años de edad, se vienen rápido a la mente, pues fue en esa ocasión la primera vez que pudieron ejercer su derecho a disponer de su futuro a través de las urnas.

Para otros con más años, era volver al ejercicio democrático de marcar el voto, tras el periodo de gobierno militar.

En el plebiscito, había sólo dos opciones. El Sí, por aceptar la continuidad de Pinochet en el poder como Presidente de la República. El No, que determinaba que luego de un año deberían realizarse, elecciones parlamentarias y presidencial.

La opción Sí fue respaldada por los partidos Renovación Nacional, la Unión Demócrata Independiente, Avanzada Nacional, Democracia Radical, Partido Nacional, Partido Liberal, Social Democracia, Partido del Sur y diversos grupos pro gobierno militar.
En torno al No se formó
la Concertación de Partidos por el No, agrupación compuesta por 16 colectividades, que reunía a la casi totalidad de la oposición al régimen militar. Este conglomerado pasó a llamarse luego Concertación de Partidos por la Democracia.
E
l plebiscito contó con una altísima participación ciudadana, ya que concurrió a votar el 92% de los inscritos. El 56% de ellos se pronunció por el No; el 44% apoyó la opción Sí.

En San Antonio la opción No llegó al 65%, una de las más altas a nivel nacional y sin duda gatillada por el alto desempleo que sufría nuestra zona y por el sentimiento de postergación que por años mantenía la comunidad.

Como consecuencia de la derrota plebiscitaria, el gobierno militar estuvo dispuesto a realizar algunas reformas a la Constitución de 1980 y al modelo de democracia protegida que contenía.
En lo sustancial se acordó:
Flexibilizar el sistema de reformas constitucionales, reducir a cuatro años el primer período presidencial, modificar el artículo octavo de la Constitución, referente a la proscripción política, aumentar el número de senadores elegidos democráticamente y modificar la composición del Consejo de Seguridad Nacional.

Recuerdos

Era un periodo en que el país se dividió nuevamente. En todo ámbito existían personas a favor del Sí y otro apoyando el No. Y cualquier momento era propicio para discutir el tema: en el trabajo, en la plaza, en los colegios…

Quienes vivieron esa época concuerdan en que había sensaciones encontradas: por un lado la esperanza de cambiar las cosas con el regreso a la democracia; y por otro, el temor, a represalias o a regresar a lo ocurrido a inicios de la década del 70 con la Unidad Popular.

Hoy con la perspectiva que dan los años, muchos recuerdan esa época con cariño, porque se sintieron partícipes de un periodo históricos, en el que todos pudieron participar, abierto, amplio.

Se recuerda lo bueno por sobre lo malo, lo pegajoso de los jingles en las campañas políticas, los colores de las banderas, la palabra política, democracia, votación de regreso en boca de todos.

Así lo vivió la sanantonina Liliana Cancino, quien vivió con especial atención esa época junto a sus amigos del Quinto Año del Instituto Comercial.

“Me acuerdo muy bien de todo lo que vivimos en esos años, junto a mis amigos y amigas del Comercial nos reuníamos a conversar el tema y a participar. Más de una vez anduve en una marcha por la ciudad, obviamente sin que mis padres se enteraran, pues ellos sentían miedo de lo que pudiera ocurrir. Pero teníamos ganas de cambiar las cosas, se recuperar la democracia y sentir realmente que podíamos tomar nuestras propias decisiones”, recuerda hoy.

“Me tocó votar en la escuela 3 –recuerda-; es más, fui presidenta de mesa. Me gustó la idea de involucrarme en el tema y hoy me acuerdo que fue muy bonito. En mi mesa todas éramos muy jóvenes, ninguna había participado nunca en una votación así, por lo que tuvimos que aprender rápido y echarle pa’ delante. Afortunadamente todo salió bien y terminanos muy temprano”.

¿Miedo?

“Creo que había algo de eso. Pero más de los mayores. Al principio cuando no se daban los resultados fue complicado, se decía que en las mesas de mujeres estaba ganando el Sí, a diferencia de lo que ocurría en las mesas de varones. Había manifestaciones de ambos bandos. Finalmente no hubo mayores problemas y hubo alegría, ya que se recuperaría la democracia, algo que nunca habíamos vivido”.

Complicado

Para el ex concejal Rubén Meza, aquella época estuvo marcada por la persecución de las ideas. Más él, que es un adherente de las ideas de izquierda. En esos años pasó por peripecias que hoy recuerda. “Me tuve que cambiar de casa, trabajar desde la clandestinidad para terminar con la dictadura. Se llegó al plebiscito de 1988 y ganó el No. Era un paso, pero la democracia no era como la esperábamos”, aseveró,

“Participamos con cautela por todas las restricciones que existía. Nosotros en el sector de Villa Italia éramos un bastión de la izquierda. En los árboles que existen en el lugar teníamos una bandera del No que era un símbolo para nosotros. Lo que más recuerdo es que había mucho cuidado en la escuela Movilizadores Portuarios donde me tocó sufragar; la idea era votar y regresar a la casa luego. Sin duda que había un sentimiento especial por recuperar la democracia y aumentó la tensión cuando no se daban los resultados. Con el triunfo del No, hubo más esperanza a pesar de que nunca hemos tenido una democracia plena”.

Alegría

Catalina Castro recuerda claramente la alegría de la gente tras conocerse definitivamente el triunfo de la opción No. “Yo era estudiante de Diseño y Gestión Deportiva en la universidad, por lo que el tema del plebiscito era siempre analizado. Los compañeros estaban todos en esa onda y uno se involucraba”, admite.

“La publicidad de las opciones no era como ahora que una encuentra propaganda por todos lados, habían muchos panfletos en las calles y se hablaba de la opción personal con aquellos que uno creía era de más confianza. Como que aún existía ese temor a que algo pudiera suceder”.

El miedo estaba presente. “Claro, había un miedo terrible a decir No, por lo que iba a pasar. Yo tengo muy pocos recuerdos de la época de Allende, pero me daba la impresión de que las divisiones eran como de ese periodo. Eso sí, como jóvenes sentíamos algo especial, la esperanza de que se venían días mejores, de que se abrirían nuevas puertas, una oportunidad de libertad”.

Castro señala que “fíjate que como jóvenes nunca habíamos vivido en democracia y queríamos sentir realmente que teníamos en cada uno de nosotros la oportunidad de decidir por nuestro futuro”.

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