jueves, 22 de abril de 2010

Carlos Basualto, de la Clínica de la Guitarra

Este cartagenino está orgullo del oficio que realiza en San Antonio; por sus manos pasan diversos instrumentos de cuerda que literalmente vuelven a la vida, pero también es claro y cree que a futuro estos oficios desaparecerán

Cada día Carlos Basualto convive con paletas, brazos, tacos, diapasones y puentes. En su trabajo debe preocuparse de vigas, perchas, cuerdas, clavijas, etc.
Suena raro, pero es así.
Carlos Basualto es maestro reparador de guitarras y otros instrumentos de cuerda en su pequeño local de Ejército 1790, Barrancas, donde se instaló a practicar este oficio que aprendió hace ya 30 años y donde dio vida a la Clínica de la Guitarra.
Es que este cartagenino de nacimiento es uno de los pocos exponentes de esta labor propia de luthieres, que en cada guitarra maltrecha, en cada instrumento de cuerda averiado, una posibilidad de trabajar para volverlo a la vida y dejarlo de nuevo en excelentes condiciones para deleitar a las personas con las notas que un experto puede hacer surgir de ellos.
“Hace años que me dedico a esto, antes hacía otro trabajo, pero también relacionado con la madera. Este oficio lo aprendí de un tío, quien me enseñó los primeros pasos y después me fue gustando y aprendiendo cosas nuevas”, cuenta Basualto, en su local donde se mezclan los materiales utilizados en su labor con los cuerpos de otras guitarras que están reparadas o que están en proceso de mejora.
Es un trabajo delicado y que debe hacerse con precisión para no alterar el sonido un las características propias de los delicados instrumentos de cuerda que llegan a las manos de este maestro.
“Con el tiempo uno se va haciendo más conocido y a través de sus trabajos la gente te va recomendando. Tengo buenos clientes de grupos folclóricos de la provincia, incluso de Melipilla y Litueche y de iglesias evangélicas, quienes me traen sus instrumentos para reparación. También he tenido de clienta a Charo Cofré o a Jorge Yáñez, ellos conocer mi trabajo”.
¿Es una labor delicada?
Hay que tener cuidado de no alterar el instrumento. Tener atención en los detalles, eso hace la diferencia de esta labor artesanal comparado con el de las fábricas. Ser fino y minucioso. Me gusta el trabajo hecho a mano porque es de calidad y uno lo puede ver en los materiales que se emplea.
¿Cuáles prefiere usted?
Me gusta trabajar con maderas como lingue.
¿Los clientes valoran los trabajos?
Sí, me da gusto cuando vienen a buscar sus instrumentos y no los reconocen. Muchos dicen: ¿maestro, esta es mi guitarra? Eso demuestra que el trabajo está bien hecho.
¿Cómo anda ahora el trabajo?
Se pone lento en esta fecha. Influye que la gente no tiene dinero. Además este trabajo no es barato y no podemos dar crédito; entonces, cuesta que las personas dejen 60 mil pesos de inmediato. Pero al ver el trabajo artesanal comparado con otras guitarras baratas que hoy se pueden encontrar por ahí, no hay punto de comparación.
¿Cuándo mejora?
Para las cercanías del 18 y de Navidad. Ahí todos quieren tener sus instrumentos en buenas condiciones. Y lo quieren rápido, eso es lo otro. Vienen aquí y piden que le tengan la guitarra para el fin de semana y resulta que no las vienen a buscar hasta en tres semanas. Pero bueno, qué se le va a hacer…
¿Hay alguien que continúe con esta labor en San Antonio?
cada vez somos menos. Hay dos o tres que hacen esta pega, pero es algo que alcanza para darse vuelta nomás. Si uno tuviera una familia grande, no alcanzaría. Hay deudas por pagar y uno tiene que responde y si no hay trabajo, ¿qué se le va a hacer?
Creo que con el tiempo muchos maestros van a desaparecer. Eso es lamentable, porque es bonito que haya maestros como zapateros, mueblistas, sastres, porque también es parte de nuestra cultura y tradiciones. Pero no soy optimista, creo que con el tiempo, poco a poco vamos a desaparecer.

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