lunes, 17 de mayo de 2010

El mar sanantonino con ojos de mujer

Mayo nos hace irremediablemente volver la vista al mar. Es cierto que cada sanantoninos en algún momento del día durante toda su vida en esta ciudad, puede apreciar esas aguas que tranquilas bañan nuestra costa.
Tranquilas, por ahora; porque experiencias negativas vaya que si hemos tenido.
Pero el hecho de vivir frente al océano nos hace subvalorar su importancia. Está ahí, es cierto, pero cómo afecta nuestras vidas.
En este Mes del Mar, miraremos el mar a través de los ojos de tres sanantoninas que tienen una especial relación con él.

Rumbo a Alaska

Carmen Gatica reconoce que nadie en su familia estaba relacionado con el mar. Es más, nunca pensó que al venir a vivir a San Antonio, uno de sus hijos decidiría trabajar en un buque.
Así, en un corto periodo de tiempo, su hijo Cristian, le comunicó que había una posibilidad de trabajar embarcado en un barco pesquero. El único problema es que era fuera del país.
Ella pensó que no es raro que los pescadores de los grandes buques trabajen fuera del país. Se imaginó que era un lugar cercano, pero no: el destino era Alaska, un estado de los Estados Unidos situado en el extremo noroeste del continente americano y que ella sólo había escuchado de él en la televisión.
“Nunca pensé que él pudiera partir tan lejos, uno piensa que siempre lo va a tener a su lado. Nunca me vio apenada. Lo pensamos bien eso sí, él quería irse a trabajar aunque no tenía nada que ver con lo que había estudiado, pero quería salir adelante y ante eso no podíamos oponernos. Lo apoyamos, lo acompañamos, lo fuimos a dejar al aeropuerto cuando viajó tan lejos”, cuenta.
El problema no era tanto que se fuera tan lejos –cuenta- el tema era con el  hecho de trabajar en el mar. “Sí, eso era lo más preocupante. Nosotros no teníamos a nadie relacionado con el trabajo en el mar, entonces no conocíamos la experiencia, además una ve tantas cosas en la televisión, en las películas o sabe de cosas que pasan en el mar, empezamos a tomarle el peso al asunto. Me dio pena y rogábamos para que estuviera bien. Soñaba con él y me daba miedo, pero como mamá tenía que ser fuerte y apoyarlo. Nos comunicábamos por teléfono y quedábamos algo más tranquilos, pero de todas maneras se hace difícil. Nos decía que estaba bien, que tenía buenos compañeros, todo para que no nos preocupáramos. Ellos tenían seguridad, buenos implementos”.
El trabajar en alta mar es lo más preocupante para una madre como Carmen Gatica. Primera vez que su hijo menor salía de la casa, del país y al mar.
Explicó que “es difícil, uno le pone más atención al mar. No como antes. Ahora vivía preocupada. Se fue por 8 meses, quería seguir, pero después por el tema de la crisis no tuvo más trabajo. Si me dijera nuevamente que va a trabajar en el mar habría que aceptarlo, lo apoyaría aunque tenga que volver a sufrir la preocupación como toda mamá”.

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