martes, 17 de marzo de 2009

¿Qué pasa con el pan en San Antonio? I


Qué duda cabe que el precio del pan representa una de las principales preocupaciones para el presupuesto familiar, casi comparable con el precio de la bencina; con la diferencia que al momento de gastar en combustible, el bolsillo se puede cerrar, pero al momento de comprar pan la situación es totalmente diferente.
Es que el consumo de este producto es algo que está inserto con fuerza en nuestra cultura, o sea, es propio de la idiosincracia chilena. ¿O alguien puede disfrutar como corresponde una sopa sin un pancito al lado? O qué me dice de un buen té en las heladas tardes de invierno sanantoninas… o de un desayuno con su correspondiente tostada con palta. ¿No es cierto?
A algunos les puede gustar más que a otros, podrán haber muchas dietas que restringan a ultranza el consumo de pan, pero los índices y estudios dicen otra cosa.
El pan ha sido el alimento básico de la humanidad desde la Antiguedad. Hoy, nuestro país es el segundo consumidor en el mundo, con 98 kilos al año per cápita, sólo superado por Alemania, donde cada teutón debiera comerse 108 kilos al año. En promedio, obviamente.
Un estudio de la consultora Latin Panel determinó recientemente que en todos los hogares del país consumían el producto, siendo este alimento una categoría muy importante en la canasta de consumo.
El estudio mostró también que en cada hogar se consumió, en promedio, 208 kilos de pan y gastó $123 mil por familia. En el Gran Santiago (45% de la muestra) el consumo de pan alcanzó los 201,7 kilos. Además, las familias de la capital destinaron en promedio $122.021 a este ítem.
Del total del pan consumido por los chilenos, la variedad corriente (marraqueta y hallulla) fue la preferida (99%). El pan especial (baguette, croissant, frica y otros) logró un 67% de hogares compradores, mientras la categoría integral fue comprada por un 28% de las dueñas de casa.
El mercado
En nuestra ciudad el pan varía de precio en ciertos sectores y según la calidad del mismo. Esa es la discusión, por qué ocurre ello.
En Centenario es posible encontrar el kilo de pan cercano a los mil pesos (la variedad corriente); en tanto que en algunos sectores de la parte alta de San Antonio alcanza los 900.
Según quienes conocen el movimiento del mercado del pan, indican que esto se debe al volumen de compra y fundamentalmente al poder adquisitivo de quienes circunden los locales de venta. O sea, en lugares más populares el precio tendería a ser menor debido a que quienes compran, se supone que debieran tener menos dinero para gastar.
Que se cumpla a ciencia cierta, eso nadie lo puede comprobar.
Recientemente, se realizó el primer sondeo a la industria del pan realizado por el ministerio de Agricultura, en Santiago es posible encontrar diferencias de hasta $350 por kilo de pan.
Esta variación significa una diferencia de casi un 30%. Este es el caso del precio de la hallulla especial, cuyo promedio fue de $1.000, con el mayor valor en una panadería del sector oriente a $1.200 y el menor en una panadería del sur a $850.
En la última toma de muestra, el precio promedio de la marraqueta corriente fue de $936 el kilo, con el mayor valor observado en una panadería del sector oriente a $1.000 y el menor en una panadería del sector sur a $800. El pan más barato que consume la población es la hallulla corriente, con un promedio de $921 pesos el kilo.
En el periodo evaluado, los supermercados tendieron a mostrar precios más bajos que las grandes panaderías, además presentaron una menor variación de precios. Asimismo, los valores más altos corresponden al sector oriente y los más bajos al sector sur.
En San Antonio
En nuestra ciudad el tema no es fácil de tratar, hay algunos que dan a conocer sus opiniones, pero sin publicar; otros, se niegan de entrada argumentando que no pueden hablar con la prensa por indicaciones de los dueños de la empresa.
A todas luces el precio del pan es un tema sensible.
Con 20 años de experiencia en la industria panificadora, Andrés Caro Palavecino, de panadería La Perla, conoce de cerca la realidad de este trabajo.
“Se ha dicho mucho que el precio del pan debiera bajar porque el quintal de harina bajaría de precio, pero esto no es tan así, porque la harina no ha bajado tanto y porque para hacer el pan no sólo se usa harina; se olvidan de todos los demás insumos que hay que utilizar como la grasa, manteca, levadura, sal, etc. Que han subido permanentemente de precio. Si a lo anterior sumamos la mano de obra especializada, entonces tenemos que el pan realmente se esta vendiendo al precio que corresponde en San Antonio”, indica.
Manifiesta que muchas panaderías sobreviven con lo justo. “Yo comprendo la postura de los jefes, porque en este trabajo hay muchas personas y últimamente uno encuentra que se hace pan en varios lugares, con distintas calidades y precios. Hay una tremenda competencia de parte de parte de las amasanderías que obviamente manejan otros costos y que a la larga hacen que este negocio vaya siendo cada vez menos rentable”, dijo.
Respecto de si en San Antonio los panificadores se ponen de acuerdo para cobrar un determinado precio dijo que “no, eso no pasa, porque no se han podido poner de acuerdo. Pero hay que considerar que las panificadoras entregan el pan a un determinado precio y los locatarios lo venden a otro. Hay que considerar que muchos comerciantes suben bastante el precio porque también quieren ganar, lo que es lógico”.

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