jueves, 27 de agosto de 2009

Kornelis van der Baars: Un holandés más chileno que los porotos




En su jardín tiene un réplica a escala de un molino de viento, tiene auténticos suecos de madera; dice que es “más chileno que los porotos”, “que ya no volvería Europa”, “que allá es otra cosa, otro ritmo”.

Kornelis van der Baars es vecino de Santo Domingo.

Como buen holandés sintió desde pequeño una fascinación especial por el mar; es por eso que apenas pudo, se embarcó como ingeniero naval (marino mercante) a recorrer los mares del mundo.

En una de esas travesías debió viajar a Chile, un país que le sonaja lejano y realmente estaba lejos. Llegó hasta Guayacán localidad ubicada entre La Serena y Coquimbo para cargar fierro y su primera impresión no fue de las mejores. “Era un lugar muy pobre, con unas cuantas casas, si es que se le puede llamar casas. Así es que imagínate lo que pensé. Después en otros viajes pude conocer ciudades más grandes y vi realmente lo que es Chile”, cuenta.

Como será el gusto que tuvo por Chile que el mes de vacaciones que tuvo después de muchos años, decidió pasarlo en nuestro país. De visita en Viña del Mar fue a una farmacia, pero como no hablaba el idioma se vio obligado a pedir ayuda. Y –como no es raro pensar- una persona alta, rubia, con un idioma extraño, obvio que iba a llamar la atención.

Pero él astuto ya había puesto sus ojos en una jovencita, quien amablemente le ofreció su ayuda. Palabras más y palabras menos, cautivaron su corazón de tal manera que el joven Kornelis (o Kor como le gusta que lo llamen) no pudo olvidarla. Ella se llamaba Francisca Moreno Toledo.

Si hoy en día a veces cuesta comunicarse, es fácil imaginarse 50 años atrás. “Nos conocimos, lo mismo nuestras familias. Estuvimos bastante tiempo escribiéndonos y decidimos casarnos. Fue un cambio total para ella porque nos fuimos a Holanda, a Delft, mi ciudad natal”.

De esta hermosa unión que se conserva fuerte hasta el día de hoy nacieron sus hijos Anita y Ronny. Ella reside actualmente en Europa y él es odontólogo que se desarrolla profesionalmente en la clínica de Llo Lleo.

Pasó un tiempo y decidieron regresar a Chile, a una nueva vida. “Pero igual viajaba por mi trabajo, hasta que llegó un punto en que decidí renunciar y establecerme en este país, donde nunca pensé llegar”.

¿Qué es lo que más le gusta de Chile?

Que hay más libertad para hacer cosas; es decir, uno puede realizarse sin tener que estar sujeto a tantas reglas ni restricciones como en Holanda. Al final eso me gustó y como a mi me encanta hacer cosas, no puedo estar quieto, me vino muy bien.

En San Antonio

Debido a las vicisitudes de la vida, Kor llegó a nuestra ciudad, para participar en la construcción de un terminal químico (Policarpo Toro). De esos años recuerda: “En Cantera hace 35 años existían dos estanques de la Breden Cooper, si no me equivoco.

Eran bastante viejos construidos en 1918 más o menos, pero por muchos años se mantenían fuera de servicio. Una empresa holandesa (Holland Chemical Internacional) compró el terreno incluido los estanques en el año 1974, porque obtuvieron un contrato para la exportación de melaza de Iansa. Antes de mi presencia hubo dos holandeses a cargo, estos eran personas muy capaces en el área comercial, pero faltaba alguien en el área técnica. Como sabían que yo estaba en Chile fueron a hablar conmigo y al final pisé el palito y empecé a trabajar con ellos. Después iniciamos la construcción de estanques para químicos y etc. etc. Logré la construcción de 32 estanques y un muelle de atraque. Después de 25 años me retiré”.

Largos años de trabajo que a la larga pasaron su cuenta: se había convertido en un sanantonino. Más bien en un llolleíno más. Y se quedó. Hoy reside junto a su señora Francisca en Santo Domingo.

“Me gusta la zona, además que el clima es muy bueno –comenta entusiasmado- para qué vamos a cambiar. Quizás podríamos pensar en mudarnos a Llo Lleo, pero de aquí nunca más”.

¿Y Holanda?

“Menos. Es mi país de origen, pero ya no hay nada que me ate allá. Está mi hija, tiene su vida hecha; lo mismo que mis hermanos. Si hasta cuando voy para allá encuentran que soy extraño”,

cuenta entre risas.

¿Cómo es eso?

Claro, hablo en español y mi holandés tiene un acento que les suena distinto. Además han pasado tantos años que soy muy chileno… más chileno que los porotos” y Kor ríe de buena gana.

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